Petrificación de una persona en posición de rezo.
Pompeya, Antigua Roma.
Del panorama actual del arte también tenemos mucha culpa los artistas, que más que parte activa parecemos estatuas de sal.
Hablo de la pasividad con que los artistas hemos dejado de ser creadores para ser acatadores de normas, de reglas y de circuitos. Que hoy un artista está más preocupado por qué beca rellenar, qué discurso escribir o con quién dejarse ver, que de comunicar, expresar o en el mejor de los casos llegar al espectador
“¿especta… qué?”. Hace tiempo que el único sitio al que queremos llegar es a la pared de una galería, ahí reconfortados por el aire acondicionado del que no arriesga nada, pero tampoco gana.
Algunos dicen que ganan, desde luego no son los artistas, tampoco el arte.
Ya hemos comprobado que dejar en manos de otros todo el control no funciona y aquí estamos otra vez. Miro a mi alrededor y sólo veo sucedáneos de artista que no saben ni porqué lo son, productores de objetos que sacian a un mercado de valores, actores secundarios de una especie de comedia del arte, zombies sedientos de una línea de curriculum más.
Si es eso ser artista... la hemos cagado.
Saquemos la cabeza miremos un poco más allá, ¿qué estamos consiguiendo?, ¿realmente engrosan algo más que un papel o un bolsillo todos esos esfuerzos?, ¿aportan algo al mundo?, ¿llegamos a la gente?...
Hay numerosos estudios, seguro que financiados, sobre qué les pasa a los museos. Pregunten a alguien que pase por la calle un simple ¿qué opina del arte contemporáneo?: la respuesta será un “pasapalabra” como una catedral que sinceramente, da para reflexionar. “Que reflexionen las instituciones” piensan algunos como si la historia no fuese con ellos, siempre es más fácil ponerse en modo encefalograma plano y acatar, sí, que eso se nos da muy bien. ¿En qué época se decía que los artistas eran unos rebeldes? Deben ser leyendas urbanas. Ahora los artistas nos dejamos sellar con un numerito a la voz de “pase el siguiente” y agachamos la cabeza haciendo la reverencia.
Y nos quejamos, claro, nos quejamos de que estamos en el peor momento, de que todo está muy mal y que no se puede hacer nada. Otra excusa más para convertirnos en estatuas de sal. (La sal siempre se ha utilizado como aderezo, como las obras que adornan las paredes de algunas salas. Ornamentos, guirnaldas o confetti, cualquiera de los tres vale.)
AHORA estamos en el mejor momento. Ahora disponemos de herramientas y canales nuevos, ahora más que nunca podemos recorrer el mundo en segundos y difundir nuestros mensajes por internet. Ahora tenemos la oportunidad de llegar a la gente, de hacerla participar y de trabajar con el artista que otros llevan dentro. Ahora podemos alterar los roles, mezclarlos, sumarlos. Ahora podemos buscar nuevas fórmulas más allá de “vender” una obra, que mira que nos gusta agarrarnos a lo convencional…
Ahora debemos tomar parte activa, ahora o nunca, no sea que muramos pulverizados como la mujer de Lot por tanto mirar al pasado.